La verdad sobre las tabernas en la Edad Media
La idea que tenemos de la vida en la Edad Media procede de películas, libros y todo tipo de medios culturales. En ellos se ha llegado de forma natural a una especie de consenso para presentar esta época homogéneamente usando lugares comunes que hagan más fácil el reconocimiento y la asimilación del mundo, la cultura y la vida del Medievo.
Es por esto que es habitual que muchas concepciones que tenemos sobre esta época se vean rebatidas. Un ejemplo de esto son las típicas tabernas, mostradas normalmente como lugares abarrotados de gente, un poco caóticos y muy festivos.
En ellas podías tomar una cerveza (Ale) mientras te refugiabas del frío nocturno y disfrutabas de la compañía de amigos. La taberna medieval se suele representar como un lugar cálido, cómodo y familiar, ya sea una parada para peregrinos y viajeros o un lugar de descanso tras un largo día de trabajo.
Cerveza Ale casera
La realidad era algo diferente. En la Inglaterra de la Edad Media, en casi todas las casas de las áreas rurales se elaboraba cerveza Ale de forma habitual. Las mujeres la elaboraban para su familia y el producto sobrante se vendía. De esta forma, además de comprar Ale, en la casa del vecino también se podía socializar, beber, jugar a las cartas, a los dados, etc.
Las casa privadas que se transformaban en tabernas de forma temporal ponían un signo en el exterior para que los demás vecinos pudiesen identificarlas. Habitualmente, solían ser una rama o parte de un arbusto atado a un poste.
Ale vs cerveza
La elaboración de Ale artesanal era algo muy común y la llevaban a cabo incluso mujeres muy pobres, ya que solo se necesitaba un caldero grande. Habitualmente se utilizaba cebada, trigo o avena. Los lúpulos no se empezaron a usar hasta el siglo XV y suponían la diferencia entre el Ale y la cerveza: la cerveza se elaboraba con lúpulo y el Ale no. El lúpulo permitía que la cerveza se conservase durante más tiempo y le daba a la bebida un sabor más amargo y fuerte. El Ale era una bebida más dulce y suave.
Lo más común era producir Ale ligera y suave. Esto es debido a que tanto los niños como los trabajadores la bebían en vez del agua. Al usarse agua hervida en su elaboración, era una bebida mucho más sana que el agua, que podía estar contaminada y provocar enfermedades.
El precio del Ale estaba regulado por la ley. Los aldeanos elegían a una persona que se encargaba de catar las cervezas Ale antes de que se pusiesen a la venta. Su trabajo consistía en garantizar su calidad y comprobar que se habían utilizado las cantidades adecuadas de ingredientes en su elaboración. Finalmente, se comprobaba que el precio al que se pretendía hacer vender la cerveza era el correcto. Algunas cerveceras intentaban evadir este proceso y eran multadas.
Tabernas y casas de Ale
En las ciudades, las casas de Ale, o “Ale houses” eran regentadas por mujeres y vendían solo cerveza, además de comida sencilla, como pan y queso. Eran locales bastante sucios, cuya clientela se situaba en el extremo inferior de la escala social. Por otra parte, las tabernas, tal y como las conocemos, sólo vendían vino y algo de comida y eran frecuentadas por personas adineradas. Por otra parte, en las posadas también se ofrecía Ale, además de alojamiento y era un tipo de establecimiento totalmente diferente.
En la ficción se nos presentan estos locales como lugares con una rica vida nocturna. La realidad era que las tabernas y las casas de Ale cerraban por la noche. En la época existía un toque de queda muy estricto y cuando sonaba la campana no podía haber nadie en las calles.
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