Cervezas belgas, tradición e historia
La cerveza no solo está ligada al día a día de la vida en Bélgica: también es una parte esencial de la cultura y la idiosincrasia belga. La cultura cervecera es un bien tan preciado en Bélgica que el 30 de noviembre de 2016 fue nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. Y es que las cervezas belgas poseen un carácter único gracias al que son mundialmente celebradas, pero ¿Cuál es la historia detrás de esta popular bebida?
Cerveza belgas de abadía
La tradición cervecera belga está íntimamente unida a los monasterios y abadías de los siglos XVI y XVII. En ellos, los monjes elaboraban cerveza para autoabastecerse. El producto sobrante se vendía o se donaba a la caridad. Hoy en día esta tradición sobrevive a través de la cerveza de abadía y la cerveza trapense. Para que una cerveza sea considerada un producto trapense debe tener el sello oficial de Auténtico Producto Trapense, que garantice su autenticidad.
La cerveza trapense se elabora mediante métodos tradicionales en seis monasterios en Bélgica y uno en los Países Bajos. Estas cervezas son: Achel, Chimay, Orval, Rochefort, Westmalle, Westvleteren y la holandesa La Trappe.
Además, en la Edad Media, muchas granjas producían cerveza durante el invierno para calmar la sed de sus trabajadores en verano. Estas granjas siguieron fabricando cerveza y con el tiempo se convirtieron en verdaderas instituciones cerveceras.
Entre ellas se encuentran conocidas cervecerías como Brasserie Dubuisson, fundada en 1769 (responsable de las cervezas Bush y Cuvee des Trolls), o Brasserie Du Bocq (Blanche de Namur, Corsendonk), fundada en 1858.
La diversidad de la cerveza belga
En el siglo XVII, el emperador Carlomagno le dio especial protagonismo a los maestros cerveceros, quienes prosperaron en los siglos posteriores creando sus propios gremios.
Uno de los secretos del éxito de los productores belgas es la ventaja que les daba el no regirse por la La Ley de la Pureza de 1516 (Reinheitsgebot en alemán) que afectaba a todo el Sacro Imperio Romano. Esto les permitía usar otros ingredientes distintos del agua, la cebada y el lúpulo y les daba amplia libertad creativa. De esta forma, si los cerveceros belgas querían usar trigo o avena en sus cervezas, así como otros ingredientes como especias o botánicos, eran libres de hacerlo.
Así que, en Flandes se siguió empleando el gruit, en vez de lúpulo, lo que hacía que sus cervezas fuesen más ácidas y permitían una mayor conservación. Estas cervezas tienen un color rojizo característico y hoy en día siguen siendo típicas de la región flamenca. Rodenbach y Bourgogne Des Flanders. son dos grandes ejemplos de excelentes cervezas ácidas de estilo Flanders Red-Brown Ale, también conocidas como Flemish Red-Brown.
Uno de los mayores consumidores de cerveza
En el siglo XIX el consumo de cerveza en Bélgica era tan elevado que este país era el segundo mayor consumidor de cerveza después de Baviera. En esta época solo se consumía cerveza de alta fermentación, hasta que en el 1880 se introdujo el proceso de baja fermentación, muy popular en Chequia y Alemania. Aún así la mayoría seguían siendo de estilo ale.
Años después, el sector cervecero belga sufriría las consecuencias de las dos guerras mundiales. Este se recuperó tiempo después gracias a los grandes productores que surgieron en los 80, como el grupo cervecero AB InBev.
Hay que tener en cuenta que sus marcas producen un 25% de la cuota mundial de mercado. Aún así, son los pequeños y medianos productores de cerveza los que mantienen la tradición cervecera belga, entre ellos, Duvel Moortgat, con sus cervezas Chouffe y Duvel, Brouwerij Bosteels, con Kwak y Triple Karmeliet, o Kasteel Brouwerij Vanhonsebrouck, entre muchísimos otros.
Un ejemplo del amor que sienten los belgas por la cultura cervecera se puede encontrar en el Delirium Café. Este bar tiene en su el elefante rosa característico de las cervezas Delirium y está situado en un estrecho callejón en el centro de Bruselas.
Delirium Café tiene el Record Guinness desde el 2004 gracias su carta de cervezas con más de 2000 variedades de todo el mundo. Y si esta cifra impresiona, hay que tener en cuenta que en la actualidad ya han superado las 3000. En este local se pueden probar desde las famosas cervezas trapenses, hasta las lámbicas, pasando por cualquier estilo imaginable.
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