Cervezas de nombres impronunciables que te dejarán sin palabras
No hay nada mejor que una buena cerveza entre amigos para pasar un rato de lo más agradable, ¿verdad? Pero lo cierto es que hay algunas cervezas que son bastante difíciles de pedir en un bar, ya que decir correctamente su nombre puede ser una tortura para muchos. El caso es que no podemos resistirnos a ellas, y lo que queremos es que sea su sabor bajando por nuestra garganta lo que nos deje sin palabras, ¡y no la pronunciación!
Como revisión y para que podamos perdirlas correctamente en la próxima ocasión, os traemos las cervezas de nombre más difícil que nos podemos encontrar. ¡Que aproveche!
Ocupando el cuarto puesto de nuestro ranking está Hoegaarden. Se trata de una cerveza rubia de origen belga, que se elabora en la ciudad de Bélgica a la que le debe el nombre. De hecho, casi la totalidad de la ciudad se dedica a la elaboración de este tipo de cerveza. Esta tradición data del siglo XIV, y aunque ha habido interrupciones en la década de los 50, en 1980 se volvió a abrir la cervecería para recuperar en la mayor medida posible la elaboración tradicional.
La witbier que nos ocupa tiene una graduación de 4,9 grados. Su color es muy claro y brillante, y su sabor destaca por la mezcla de aromas con toques de naranja y final floral y refrescante.
El tercer puesto del ranking es para Trappistes Rochefort. El término trappistes se refiere a la elaboración en monasterios trapenses; en este caso, en la Abadía Saint-Remy situada en Rochefort, ciudad de la costa francesa.
La elaboración de esta cerveza es completamente artesanal y natural, empleándose únicamente como ingredientes agua de manantial, malta de cebada, lúpulo, azúcar y levadura. Por todo ello, su sabor es perfecto para encandilar a todos los que tengan el placer de probarla, incluso a los paladares más exigentes.
A la hora de tomarla, destaca que su color es especialmente oscuro, recordando al café, con espuma en tonos crema. Su olor es muy intenso, a cereales, café e incluso chocolate. Por último, el sabor es dulce y amargo a la vez, muy equilibrado.
2º Engelszell Nivard Trappistenbier
En segunda posición nos encontramos Engelszell Nivard Trappistenbier. Se trata de nuevo de una cerveza elaborada en monasterios trapenses (por el término Trappistenbier), aunque en este caso es originario de Austria. Su creador fue Paul Volkmer (conocido como Padre Nivard), que fue abad desde del 1989 al 1991 en el monasterio de Engelszell, ubicado cerca de la frontera norte con Alemania y al lado del río Danubio. Y de la unión de ambos (abad y monasterio) surgió el nombre de esta cerveza.
Es una rubia de color claro brillante y coronada por espuma muy blanca y persistente. Posee un aroma frutal intenso, así como un sabor amargo. Tiene una graduación de 5,5 grados.
Y por último, la cerveza que resultaría más díficil de pedir, la que corona nuestro ranking, es Weihenstephaner Vitus. Es de origen alemán, más concretamente de la ciudad de Freising, situada muy cerca del aeropuerto de Múnich. Su cervecería es la más antigua del mundo, puesto que su origen se encuentra en 1040. Y, como la mayoría de las anteriores cervezas incluidas en este post, ésta también tiene un pasado monacal: el abad Arnold, del monasterio Weihenstephan, consiguió que la ciudad de Freising le otorgara el fuero que necesitaba para fabricar cerveza. Actualmente, se considera un lugar imprescindible para aprender el arte de la cerveza bávara.
En cuanto a sus características, cabe destacar que es una cerveza turbia y de color pálido Su aroma recuerda a los cereales con los que se elabora y tiene un toque cítrico y ácido. En cuanto al sabor, es muy refrescante, y se percibe un final amargo.
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